En el Kennedy Center, ubicado en Washington DC, Estados Unidos, había más de 300 personalidades del futbol, pero al final la fiesta fue de dos. Los presidentes de la FIFA y Estados Unidos, Gianni Infantino y Donald Trump, manejaron a placer más del 50% de la ceremonia del sorteo para el Mundial del 2026.
Como si fueran las estrellas principales de la gala, se alternaban el escenario y también los reflectores de las cámaras. El evento se abrió con una interpretación de Andrea Bocelli, pero tras la actuación del cantante italiano, se dio paso al show de los dos magnates.
Convertido en un frontman, Infantino arengó a los presentes a la vieja escuela: invitándolos a hacer ruido, poniéndoles a competir para ver si entre el público había más estadounidenses, mexicanos o canadienses.
Solo el británico Robbie Williams logró poner una pausa al monólogo del orquestador de la FIFA, y es que, llegado el momento, se posó frente al micrófono para cantar “Desire”, esa melodía suave que ya había sido utilizada durante la pasada edición del Mundial de Clubes y que ahora volvió a tener cabida durante el sorteo.
Sin embargo, la música solo fue un breve respiro. En la prolongada y, por momentos, tediosa ceremonia, Gianni se hizo cargo de nuevo de la logística. Con un video de respaldo en el que se proyectaron intenciones políticas disfrazadas de discurso humanitario y unidad, el dirigente del futbol sostuvo sus argumentos para otorgarle al presidente de Estados Unidos un nuevo Premio de la Paz.
Ahí, a unos cuantos metros de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, quien ha cuestionado los hostigamientos comerciales que han surgido desde el vecino país, así como la persecución migratoria a los compatriotas, Donald Trump se colgó la medalla que la FIFA le preparó “para que la puedas llevar a donde quieras por ser un líder que se preocupa por la gente”.
La alianza entre esos dos hombres se selló con sonrisas mutuas, cual dos enamorados a primera vista. Por si algo faltara, Infantino decidió que a esta fiesta, su fiesta y la de su condecorado amigo, le faltaba un ingrediente más, algo que ni Claudia Sheinbaum y Joseph Carney vieran venir.
Luego de que los mandatarios abrieran las primeras bolas del sorteo para colocar a los países anfitriones de la justa como cabezas de serie de sus respectivos grupos, al mandamás de la FIFA le pareció buena idea tomarse una selfie con los tres presidentes, situación que generó una incomodidad de segundos que parecieron horas.
Después de una hora y media, el exjugador de Inglaterra, Rio Ferdinand, y la periodista Samantha Johnson, hicieron su aparición para comandar el sorteo y definir el orden de los 12 grupos y las selecciones que participarán en la Copa del Mundo. Para fortuna de asistentes y espectadores, el futbol por fin se pudo apoderar del escenario.
