Como si de una película de Hollywood se tratara, el senderista Dámaso Ruiz Cázares tuvo que convertirse en el protagonista de una historia que lo llevó a enfrentarse a un atracador con pistola, a caminos inhóspitos de la montaña, inclemencias del tiempo, a la falta de un equipo de supervivencia y al control de sus emociones para no ceder a la desesperación.
Por un lapso de 50 horas, el michoacano de 71 años estuvo extraviado en los cerros del municipio de Tiquicheo, en la región de Tierra Caliente del estado, y hoy, a un mes de aquella aventura no deseada, relata a Corazón 3.0 todas las peripecias a las que tuvo que sobreponerse para poder salvar su vida.
El pasado 29 de septiembre, como desde hace 55 años, Dámaso encabezó una expedición con un grupo de montañistas hacia la Cumbre de los Picachos. La ida salió conforme a lo planeado, pero en el regreso, con el afán de que los participantes conocieran una nueva ruta, decidió enviarlos a bordo de caballos, mientras que él descendería solo por el camino inicial.
Fue en ese momento cuando el senderista cometió su primer error. Confiado de que era un tramo que conocía de pies a cabeza y al considerar que no era necesario llevar peso de más, entregó a sus compañeros la mochila con todos los implementos de supervivencia que generalmente carga consigo.
Así pues, con una pequeña mochila donde trasladaba alimentos y agua, además de su celular y cámara fotográfica, Dámaso Ruiz emprendió el viaje que terminaría poniendo en riesgo su vida y desembocando una movilización intensa por parte de sus compañeros de grupo, autoridades municipales, estatales y Protección Civil.

“A mitad del camino yo venía tranquilo, empezó a llover pero seguí porque sabía perfectamente la ruta. Sin embargo, inesperadamente apareció una persona y me abordó; me preguntó quién era, de dónde venía. Yo le expliqué la situación, entonces al darse cuenta que estaba solo, me pidió que le entregara las cosas de valor”.
El temor del deportista se incrementó a sabiendas de que en la mochila también llevaba una fuerte cantidad de dinero con la que debía solventar los gastos que se habían hecho, como era el pago de los caballos, la alimentación del grupo y el campamento donde estaban hospedados.
Para ese momento, se percató de que el asaltante llevaba una pistola dispuesta a usar, pues a la redonda no había rastro humano que pudiera intervenir. Y así fue. Dámaso relata que el atracador no se tentó el corazón para jalar del gatillo, pero para su buena fortuna, el arma se encasquilló y la bala nunca pudo cumplir con su cometido.
“Ante esa circunstancia, y sin pensarlo dos veces, me tiré a un barranco para escapar. Gracias a las habilidades que desarrollé con el paso de los años, supe caer para no golpearme gravemente. Ya estando abajo, me vi obligado a tomar una ruta alterna en la que tuve que transitar por lugares peligrosos, escalar, hacer rápel y mil cosas más para sobrevivir”.
La cámara fotográfica quedó totalmente destrozada y el celular inservible. Orientarse también era complicado porque el cielo nublado lo impedía. Como una improbable escena de acción de una película, tuvo que recurrir a las diversas técnicas que el senderismo le ha dejado en más de cinco décadas.
“Sí me llegué a sentir desesperado y en soledad, porque es muy diferente cuando vas con un grupo que sabes que te apoya en todos los aspectos. Pero en esa circunstancia, me encontré con lugares desconocidos y expuesto a peligros como animales salvajes, la propia vegetación, a la lluvia copiosa y a riachuelos que terminaron por convertirse en ríos de intensa corriente por ese motivo”.

Lo peor fueron las noches. Al estar en Tierra Caliente, el montañista llevó ropa ligera, por lo que no contaba con abrigos o impermeables como refuerzos. Dormir es algo que no logró del todo, ya que se limitaba a tirarse al suelo y mantenerse a la expectativa de que no fuera a ser atacado por algún animal.
“Todo fue insoportable, pero afortunadamente soy una persona que, a través de los años, ha dominado lo mental y eso me ayudó a soportar las penalidades y los miedos. Yo mismo me decía que si no lograba controlarme, ahí me iba a morir y que nunca iban a encontrarme por estar en un lugar tan apartado”.
Profundizando en la parte técnica, indica que tuvo que haber transitado una y otra vez un laberinto de aproximadamente 30 kilómetros, pues al darse cuenta que la barranca en turno no lo llevaba a ningún sitio, tenía que volver a empezar el recorrido implementando ligeras variantes.
La tarde del 01 de octubre, tras intentarlo en múltiples ocasiones, Dámaso Ruiz Cázares encontró la salida. Por su propio pie, consiguió dar con la pequeña localidad de Tzentzénguaro, Tiquicheo. Lo primero que hizo fue acercarse a una tienda y solicitar que le dejaran hacer una llamada telefónica. “Necesitaba decirle a mi familia y compañeros que ya podían detener la búsqueda”.
Para el senderista, las principales virtudes que le permitieron salir con vida fueron el nunca perder su esencia como hombre de fe y la convicción de que una fuerza superior te está ayudando, pero también resalta el anhelo que poseía por volver a ver a sus seres queridos y no causarles un dolor con una pérdida de este tipo. Finalmente, resalta la sensación de sobrevivencia y el temple que tuvo de nunca tirar la toalla pese a que parecía que la adversidad se imponía.
La experiencia le hizo perder ocho kilos en tres días, pero sobre todo, le heredó una serie de lecciones que ha añadido a su protocolo senderista: nunca ir solo a ninguna parte aunque conozcas la ruta, llevar el camino grabado a través del uso de la tecnología y prohibido desprenderse del equipo de supervivencia aun así la distancia sea corta.
Lejos de afligirse y encerrarse en trastornos postraumáticos, a los pocos días el deportista regresó a sus expediciones. En un mes, ya ha recorrido el cerro de Culiacán, La Malinche y travesías de 28 kilómetros. Dámaso dice que es la única manera de enfrentar el bloqueo que provoca el miedo, y al mismo tiempo, aprovechar esa oportunidad que se le ofreció de ser un “Renacido”, así, como el título de aquella película que protagonizó Leonardo Di Caprio y en la que también debe salvar su vida en medio de la nada.
