A las 6:15 de la tarde se escuchan los primeros estruendos de matracas, tambores y trompetas. El lugar está prácticamente lleno y por todos lados predominan los colores amarillo y negro. Es la fanaticada de los Steelers Morelia y como cada semana, se reúnen en Don Aquiles Pípila, su guarida, para observar el partido de su equipo.
El de esta noche, es un juego que ha despertado el morbo de manera particular, pues el veterano mariscal de campo, Aaron Rodgers, enfrentará por primera vez al equipo con el que estuvo por un periodo de 18 temporadas y con el que ganó un Super Bowl: los Empacadores de Green Bay.
“¡Venga, vamos!”, se le escucha gritar a un aficionado desde la parte trasera de las mesas. Hay nervios, expectación. Desde los primeros segundos del partido hay quienes no resisten y se levantan de sus asientos para controlar la ansiedad que genera el futbol americano.
A la primera recepción concretada a favor de los Steelers, la muchedumbre reacciona con algarabía y agitando los pañuelos amarillos. Un sujeto de barba de candado asume el rol de un pirata y toma una botella de ron para repartir tragos a los demás mientras lanza arengas como si fuera el capitán de un barco.
Willy Gómez, de 45 años, es el responsable de que en la capital michoacana se tenga un club de fans de los Steelers. Todo comenzó en 2019, cuando decidieron sumarse a la convocatoria nacional para tomarse la fotografía oficial de la temporada.

Aquel año, relata a Corazón 3.0, congregaron a 40 personas a la actividad, pero bromea diciendo que por lo menos 14 eran familiares suyos a los que convenció para que fungieran de acarreados. Ahora, la cosa es muy distinta, pues en la fotografía de este año, asistieron al llamado 250 aficionados.
El crecimiento exponencial, considera Willy, se debe a que han sabido conformar una familia que va más allá de lo que pasa en la cancha del futbol americano, puesto que además de las convivencias de fin de semana, han procurado promover valores y trasladarlos al ámbito social.
Por ello, se ha vuelto común que el club Steelers Morelia organice colecta de cobijas y comida que se reparte a las afueras de los hospitales de la ciudad, además de juguetes que son entregados el Día de Reyes en las zonas más vulnerables del municipio. A la par, también desarrollan clínicas deportivas como el Woman to woman, el cual está dirigido a las mujeres que quieren incursionar en este deporte.
Esta noche no es la de Pittsburg. Al medio tiempo, están abajo en el mercador 16-7, y aunque en el arranque del tercer cuarto otra vez las matracas, los tambores y trompetas hacen lo suyo, los Empacadores están inspirados y van ampliando la ventaja dejando cada vez con menor capacidad de reacción a los Acereros.

En la medida que van avanzando los minutos, se empieza a respirar un aire de resignación y los festejos son más escasos o por circunstancias que están lejos de los touchdowns. “Edúcate, mayate”, grita un aficionado cuando uno de sus defensivos logra hacer una tacleada que detiene la ofensiva de Green Bay.
Esa será una de las últimas cosas que podrán festejar en el domingo que se extingue poco a poco, pues el marcador se va incrementando a favor de los Empacadores, lo que provoca que algunos aficionados tomen la salida del lugar de manera anticipada.
Juan Soto, propietario de Don Aquiles La Huerta, comparte que el lugar se convirtió en casa de los Steelers de manera accidentada. Detalla que un día cualquiera un grupo de aficionados pidió que les proyectaran el partido, y a partir de ese momento, se volvieron fieles clientes que no faltaban a la cita de cada fin de semana.
Al presenciar los juegos de manera externa, Juan fue enganchándose de a poco hasta que, casi sin darse cuenta, de repente era uno más de los seguidores del equipo. Don Aquiles tuvo un giro radical: en sus paredes comenzaron a figurar cuadros de los Steelers, jerseys de jugadores, banderines y un montón de símbolos de la comunidad.
El crecimiento del club fue tanto que, para este año, decidieron mudarse a la sucursal del Pípila porque la anterior ya les resultaba insuficiente. Ahora mismo, sueñan con construir un campo de futbol americano al interior del lugar, el cual podrá ser utilizado por los clientes del restaurante-bar.
Todo ha sido demasiado rápido en estos seis años. Juan Soto pasó de no saber qué era un “primero y diez” a ser nombrado por los Steelers como el Fan Internacional del Año, lo que le permitió viajar al draft de la NFl y conocer a las figuras del equipo de manera presencial.
En cuanto termina el partido con un marcador de 35-25 a favor de Green Bay, las luces de Don Aquiles se apagan. Las matracas ya no retumban y lo que ahora prevalece es el silencio nostálgico de la derrota. En medio de la indiferencia, solo el personaje que se asume como pirata aplaude el actuar de su equipo. No hay tiempo para más, en este rincón del americano tendrán que esperar una semana más para poder agitar los pañuelos amarillos.

