Cuando se revisa la colección del escritor michoacano, Magdiel Torres Magaña, uno se encuentra con que ha incursionado, en la mayoría de los casos, en el terreno de la poesía y la narrativa a través de diferentes estilos. Pero dentro de su universo literario, también aparece un libro que asume un papel disidente alrededor de todas esas letras. Se trata de La Rebelión de los Baldíos (Fondo Editorial de Querétaro, 2024), obra que congrega once relatos meramente futboleros.
Corazón 3.0 conversó con el autor para conocer las formas y los fondos que lo llevaron a entrarle a la literatura pambolera, y de paso, nos compartió su análisis de la actualidad que vive este deporte que sigue siendo la pasión de multitudes.
¿Cómo surge la idea de entrarle al tema de la literatura, pero por medio del futbol?
Bueno, porque yo soy muy aficionado al futbol, soy una persona que me gusta ver futbol, que la verdad es que ya no lo juego, pero siempre lo jugaba, tú sabes, de esas de irse a echar la cascarita un fin de semana con los amigos, era algo que siempre me gustaba y aparte yo leía mucho, sobre todo periodismo deportivo. Entonces hay un vínculo ahí entre lo narrativo y lo futbolístico, que a mí siempre me ha gustado.
¿Por qué decidiste nombrar la obra como La Rebelión de los Baldíos?
Se llama así porque a mi generación nos tocó que, cuando éramos niños, jugabas en la calle, había pocos espacios públicos en donde uno pudiera jugar futbol y se improvisaba en las calles o en algunos espacios abandonados que servían para armar una canchita. Algunos de estos espacios eran los lotes baldíos que había en algunos barrios.
Uno jugaba en esos terrenos en el sentido de que estaban vacíos y se podía improvisar ahí una portería y jugar futbol. Y estos chicos que fuimos nosotros, pues teníamos ese impulso rebelde de estar, digamos, buscando siempre un espacio en donde jugar futbol a regañadientes o en contraposición de nuestras mamás y nuestros papás, que no nos querían ver jugar futbol en la calle, no nos querían ver jugar futbol en las zonas urbanas primero porque corríamos cierto peligro con los autos que pasaban, y luego porque hacías desmanes con el futbol, ya que no faltaba quien quebrara el vidrio de alguna ventana o le diera un portazo a la puerta de un vecino. Era una especie de rebelión por el futbol, ibas en contra de las leyes de urbanidad por jugar futbol, por seguir tu pasión.
¿Con estos cuentos pretendes regresar el futbol a su esencia, lejos del mercantilismo y la lógica capitalista que lo rodea?
Estos once relatos son la historia de chicos de primaria y secundaria que se enfrentan a una historia de vida y el futbol les sirve como metáfora. Y entonces sí, es un futbol de barrio, es un futbol con reglas propias. Quienes jugamos en el barrio y en el llano, sabemos que las reglas tienen que adaptarse a nuestras necesidades.
No puedes ir al VAR para ver si hay falta o no, entonces uno tiene que llegar a consensos para marcar una falta o para marcar un penalti. Ese tipo de futbol es el que viene aquí, es un futbol más bien callejero.
No vas a encontrar ese tipo de glamour que uno está acostumbrado a ver por las televisiones, porque finalmente lo que uno alcanza a ver es el futbol profesional, y sobre todo el profesional de altos vuelos, de jugadores que ganan una gran cantidad de dinero, de un mundo que nos parece fascinante por ajeno, pero no nos comunica ya mucho. Y eso creo que se ha perdido un poco. Nos comunica el esfuerzo que hace un jugador de fútbol al patear un balón, que es el que hacemos nosotros, aunque por supuesto estamos muy lejos del nivel profesional que ellos tienen, entonces esas historias tratan de recuperar un poco eso, ese esfuerzo del cuerpo cuando practicas futbol en este caso, pero en general cualquier deporte.
¿Cada vez es más difícil encontrar este tipo de historias en el futbol real y ahora hay que resignarnos a buscarlas solamente en la ficción?
Pues más bien tenemos que prolongar los espacios en donde nos encontramos estas historias, porque ciertamente el futbol como negocio ha sido tan redituable que ya tienen acceso aquellos que cuentan con una solvencia económica bastante holgada.
Ya se nos están cortando los accesos para llegar a ese futbol tan exquisito, tan bien jugado, porque el producto como vende muy bien lo están encareciendo. Entonces muchos de nosotros ya no podemos acceder a ciertos subproductos del futbol como negocio capitalista. Pero como decía Maradona, “la pelota no se mancha”, y nosotros podemos seguir apasionándonos por el futbol.
Yo creo que hay que huir de las narrativas que nos quieren vender que el futbol es solo para una élite. Creo que se puede disfrutar bien un partido tanto de la liga mexicana con todas sus carencias y sus problemáticas, que un partido de la Champions, que es, por supuesto, un nivel futbolístico innegable, de alta calidad.
Pero también debemos apasionarnos por el partido del barrio, por el que vemos jugar en la liga local, en la Liga Municipal. El poder apreciar ir a un estadio, así sea amateur, porque ahí están esas historias y son las que debemos prolongar, apostar por esas narrativas.
¿Qué tanta literatura futbolística se está haciendo en nuestro país?
Yo creo que hay mucha, nada más que no tiene los focos que tiene otro tipo de literatura. Finalmente, el futbol es un deporte de masas, es un deporte muy popular y la literatura tiene todavía un estigma, un aire, un tufillo de intelectualidad. Entonces es muy difícil encajar esos dos mundos que parecen antagónicos.
Actualmente, de un tiempo para acá, ya ha habido figuras de cierto renombre literario que se han acercado al futbol desde otro punto de vista y que le han dado al fenómeno una visión un poco más amable. Un ejemplo es Juan Villoro, que es un académico de la lengua y un autor mexicano de mucho renombre que se ha preocupado un poco por hablar de este deporte con cierta seriedad.
En Sudamérica, por ejemplo, hay una literatura de futbol que tiene más reflectores y mayor presencia en las editoriales. En México no tanto, pero creo que sí la hay, nada más que no tiene esos reflectores.
¿Dónde pueden encontrar los lectores La Rebelión de los Baldíos?
Se encuentra en las librerías de Querétaro, principalmente porque es una editorial sacada por el Gobierno del Estado, y bueno, se ha distribuido un poco en Morelia a través de las escuelas, porque ha tenido mucha acogida en primarias y secundarias. Pero también me pueden escribir a mi cuenta de Facebook Magdiel Torres y se los hago llegar sin problemas.
Por último, ¿nos pudieras compartir de qué equipo eres aficionado y el por qué?
Le voy a la América. Yo soy del año 82, y mis hermanos que eran mayores, les tocó ese América de los 80 que volaba. Entonces, yo adquirí empatía al club por mis hermanos, pero lo que tengo de recuerdo es la última final que llegaron en ese periodo que fue el 89-90, y que la perdieron con la Pumas.
Toda la década de los 90, América no llegó ni siquiera a una final. Llegó a una final hasta el 2002, o sea, se pasaron todos los 90 y todavía el 2001, sin disputar una sola. No llegamos a ser campeones, entonces a mí me tocó un periodo de sequía y yo creo que uno es aficionado a tu equipo cuando están las malas.
Cuando están las buenas, es muy fácil ser aficionado. Son puras cosas buenas, ¿no? Pero cuando tú le vas a un equipo y a pesar de las malas sigues ahí, es cuando te vuelves fan de ese equipo. Yo creo que uno se vuelve aficionado a ese equipo cuando sabes sufrir con él.
Literatura futbolera que recomienda Magdiel Torres:
*Cuento “El último partido” de David Betancourt
*Novela “El miedo del portero al penalti” de Peter Handke
