+Deportes

La guerra de los Kemonitos en Morelia

Por: | 30 diciembre, 2024

Francisco Valenzuela

Son las ocho de la noche y el lugar es el Salón Arena, en el centro de Morelia. Un hombre diminuto, de unos 80 centímetros de estatura, golpea de forma artera a otro un poco más bajito. El agresor viste un atuendo rojo con la pechera amarilla, mismos colores que se observan en el centro de su máscara y botines. Además, tiene unos cuernos y alitas que aluden a la maldad, a los infiernos, a la crueldad absoluta. Su oponente, quien está tirado en el piso recibiendo patadas, es casi un gemelo, pero en buena persona. Él viste de azul y amarillo, no tiene cuernos ni alas satánicas, pero pese a esa bondad, no se ha ganado el corazón de una niña que observa la escena a un metro de distancia. Esa niña, que no pasa de los siete años, anima al malo de esta película que lleva por nombre Kemalito, némesis de su hermano Kemonito. La menor, con una sonrisa que da miedo, le da palmaditas en la espalda al villano para que siga golpeando a su gemelo bondadoso, le hace una señal con la mano pintando los cuernos y no satisfecha con eso lo busca para chocar sus manos.

Decía Heráclito que todo era una tensión entre opuestos, por lo que el bien y el mal son los extremos de un mismo hilo. Kemonito y Kemalito representan quizá mejor que nadie esa tensión que juega a la verdad y a la ficción en un mundo onírico como lo es la lucha libre. En una noche de domingo son la principal atracción de una cartelera que combina a gladiadores locales con las estrellas la Arena México, ese templo sagrado que ha ofrecido batallas épicas desde que tenemos memoria.

Todas las entradas disponibles para este espectáculo están agotadas. El público de Morelia se ha volcado a la última lucha del año atraído por la presencia de Kemonito y no importa que el hombre detrás de la máscara ya no sea el mismo que por años conocimos. Así es esto de las marcas registradas: puedes darle toda tu vida a un personaje y cuando la empresa ya no te quiere simplemente entregas el equipo y a otra cosa. Mije y Tengu complementan ese platillo que aunque no es el estelar, es el que reúne a decenas de familias que llevan a sus hijos para que no paren de gritar y de reír con esa mini guerra sobre el cuadrilátero. Los más grandes se divierten por igual, gritan cosas como “¡Se va a descargar el Kemonito!” o “¡Ya déjalo, que se va a preocupar su mamá!”. El Kemalito entiende bien su papel y cada vez es más malo, más sádico. Aprovecha los breves momentos de paz para hacerle al galán y al mirar a una chica le hace una señal con la mano para que le llame por teléfono y tal vez tengan una cita más tarde. Es un pequeño Dandy, que no quepa duda.

Terminado ese combate llegan los luchadores estelares de la función. Por un lado Templario y Gran Guerrero, de lo mejor en la baraja del Consejo Mundial. Frente a ellos dos juniors que quieren escribir su propia historia: el Hijo de Octagón y Atlantis Jr. La confrontación no queda a deber, hay buenas llaves, hay vuelos entre las cuerdas, se aplican varios candados y patadas voladoras, sale la quebradora como la hacía Atlantis padre y el estilo artemarcialista de Octagón señor. Gran Guerrero representa bien al orgullo de la Comarca Lagunero y Templario demuestra por qué le quitó la máscara a Dragón Rojo el año pasado.

Antes de todo eso, los luchadores de casa se brindan al máximo y dejan claro que por sí solos son capaces de despertar todo tipo de emociones: Cerbero, Johnny Guns, Sirius Dark, Kometa Extreme, Rick, Obituary, René Rocks, Toro Machine, Hades, Tritón, El Príncipe y Emperador Sairy en batallas técnicamente bien saldadas, además de su performance entretenido que incluye al réferi Felipe, que casi sin pretenderlo se convierte en otra estrella de la noche.

Al final, se hace saber al público que un luchador de talla baja ha sido el responsable de organizar el espectáculo: se trata de Chamuel, que con la empresa Michoacán Pro-Wrestling en alianza con SCW reunieron a todo ese talento de los encordados. El mini se conmueve, agradece a los asistentes y promete más luchas para el 2025. Todos aplauden y se van felices, incluida la niña malvada que a estas alturas se ha comprado una máscara de Kemalito.

Categorías: +Deportes